Reflexiones para tí.

¿Amor o animalidad?

La voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios. 1 Tesalonicenses 4:3-5.

¿Es propio hablar de un “sexo cristiano”? El sexo es el sexo, dirás; no es monopolio de ninguna religión, sino que es un “patrimonio de la humanidad”. Sin embargo, me gustaría proponerte que hay una forma cristiana de ejercer la sexualidad, y una forma pecaminosa de hacerlo, como enseña nuestro texto bíblico de hoy.

La pureza sexual no tiene que ver solo con el estado civil, sino con el fuero íntimo, la pureza de los motivos y de la forma en que se vive la sexualidad. En este sentido, y sin apelar a argumentos religiosos, Viktor Frankl nos brinda esta vislumbre de la sana y legítima sexualidad:

“No se puede hablar de sexo humano sin hacerlo de amor… El encuentro amoroso… excluye claramente considerar o utilizar a otro ser humano como un medio para lograr un fin, como instrumento utilizado para reducir las tensiones creadas por impulsos o instintos libidinales o agresivos. Esto equivaldría a una masturbación, y de hecho es así como muchos de nuestros pacientes sexualmente neuróticos hablan acerca del modo en que tratan a sus parejas; con frecuencia afirman literalmente que ‘se masturban en sus parejas’. Tal actitud con respecto a un compañero sexual constituye una distorsión específicamente neurótica de la sexualidad. La sexualidad es siempre algo más que mero sexo en la medida en que sirve como expresión física de algo metasexual: es la expresión física del amor. Tan solo en la medida en que el sexo cumpla esta función constituye una experiencia auténticamente enriquecedora…

“Solo un individuo neurótico se interesa en primer lugar por descargar su esperma ya sea mediante masturbación, bien utilizando a su pareja meramente como medio de alcanzar el mismo fin. En la persona madura, su pareja no es en absoluto un ‘objeto’, sino otro sujeto, otro ser humano, al que valora en su auténtica cualidad humana”.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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